“No como algunos dicen: ‘Hasta que dure el amor’. No. ¡Para siempre! Sino, es mejor que no te cases. O para siempre o nada”, precisó Francisco.
Por esto, continuó el Papa, “en la liturgia nupcial se invoca la presencia de los santos. Y en los momentos difíciles hay que tener el valor de levantar los ojos al cielo, pensando en tantos cristianos que han pasado por la tribulación, y han mantenido blancas las vestiduras de su bautismo, lavándolas en la sangre del Cordero: así dice el Libro del Apocalipsis”.
El Papa explicó también que “cuando dos novios consagran su amor en el sacramento del matrimonio, se invoca para ellos de nuevo –esta vez como pareja– la intercesión de los santos. Y esta invocación es fuente de confianza para los jóvenes que parten para el ‘viaje’ de la vida conyugal”.
“Dios nunca nos abandona: cada vez que lo necesitamos vendrá uno de sus ángeles a levantarnos e infundir consuelo. ‘Ángeles’ a veces con un rostro y un corazón humano, porque los santos de Dios están siempre aquí, escondidos entre nosotros”.
En su reflexión sobre el auxilio de los santos en el matrimonio, el Papa Francisco resaltó que “es difícil de entender y también de imaginar, pero los santos están presentes en nuestra vida. Y cuando alguno invoca a un santo o a una santa es precisamente porque está cerca de nosotros”.